Siempre elegimos, siempre hay una pequeña parte que está en nosotros.
Hasta cuando otros eligen por nosotros está presente nuestra opción de aceptar o no, de elegir que vamos a hacer con lo que nos acaba de suceder.
Elegir te hace libre, eso lo aprendí hace no mucho tiempo.
Cuando algo se acaba, puedo elegir si soltar o si aunque haya terminado yo actuaré como si todavía lo tuviese, reteniendo con mis pensamientos y acciones lo que ya no existe.
Cuando alguien se nos va, puedo elegir si tras el dolor de echarle de menos está mi necesidad de retenerle conmigo para siempre o elijo honrar su recuerdo, guardarle en mi corazón y seguir adelante.
Cuando llega a mi vida una enfermedad, puedo elegir si esa enfermedad será una compañera de viaje que pondré a mi lado y que trataré de abandonar en una parte del camino o si esa enfermedad se convertirá en lo único que soy y marcará si o sí mi destino.
Nos enseñan que tenemos que pasar la vida escogiendo y que el peso de esas elecciones es nuestro, las consecuencias, lo que vendrá después, pero no es en absoluto así….elegir nos hace libres, porque en el momento en el que hago mi elección el universo se pone en marcha y se vuelven a abrir infinitas posibilidades que mientras he permanecido indeciso, sin aceptar la situación o sin decidir qué hacer con ella, estaban detenidas, estancadas, esperando a que hiciera el siguiente movimiento.
No es realmente importante lo que elijas si no el hecho de elegir una dirección, de aceptar una situación y seguir caminando.
Por qué la vida no es lo que te sucede, sino lo que eliges hacer con lo que te sucede.
Así empieza a utilizar este maravilloso poder, el poder de la elección, porque tu eres el protagonista de tu propia historia no lo olvides nunca.