En esta última etapa, comenzamos a sentir que poco a poco volvemos por así decirlo al mundo real, la rutina diaria comienza a tener protagonismo de nuevo.
Ya no sentimos la necesidad de hablar de lo sucedido a todas horas, ni de nuestro dolor, porque de alguna forma no se sabe cómo hemos aceptado que lo ocurrido no se puede cambiar.
Poco a poco el presente va tomando más protagonismo, ya no vivimos tan enfocados en el pasado, ya no tenemos tan presente al ser querido de forma idealizada, y nos abrimos a recuperar relaciones familiares e incluso a conocer gente nueva.
Durante esta etapa de algún modo comenzamos a sentir cierta paz, empezamos a pensar en que tal vez podremos estar bien y que la vida a pesar de lo ocurrido puede tener sentido, empezamos a enfocarnos tímidamente en el futuro y a vivir en un mundo en el que la persona que nos falta no está, ni estará.
Podemos empezar a hablar de nuestro ser querido o de lo sucedido de manera serena y a evocar recuerdos felices de lo compartido.
De alguna forma sentimos que el proceso de duelo vivido nos ha fortalecido, que lo peor ha pasado y lo hemos conseguido.
Poco a poco retomamos algunas actividades o empezamos a hacer algunas cosas nuevas, de alguna manera nos reconciliamos con nuestra realidad y nuestra vida.
Empezamos a establecer nuevos vínculos sin por ello sentir que traicionamos nada ni a la persona que no está.
El tiempo para llegar hasta aquí es variable para cada persona, y una vez más recalcar que cada una de estas etapas así narradas no tienen por qué darse, pero si es fundamental para elaborar el duelo haber podido expresar las emociones y no quedarse estancado en el dolor.
La aceptación es diferente a la resignación, es un estado distinto, si nos resignamos seguimos con emociones sin gestionar, que a la larga es posible que impacten en nuestras vidas.
La aceptación es un estado de reconocer y asumir lo que ha pasado, lo que hemos vivido y desde ese lugar nos da impulso para seguir avanzando y construir el futuro.
La resignación nos inmoviliza y nos sigue arrastrando al pasado.
Es importante distinguir entre estos dos estados.
Si ha pasado mucho tiempo y te sientes estancado, pide ayuda, recuerda que todo se puede superar y te mereces ser feliz.
Tú eliges!